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domingo, 3 de abril de 2016

Neuromárketing

El neuromárketing consiste en aplicar las técnicas de la neurociencia al márketing. Estudia los efectos que tiene la publicidad en nuestra mente, concretamente en la parte no consciente del cerebro, para poder ver como éste reacciona ante algo nuevo, un estímulo.
Esta técnica supone un gran avance si se usa con buenos fines, pero puede ser muy peligrosa si cae en manos equivocadas, algo que  está ocurriendo hoy en día.

Los estudios revelan que todos nos sentimos pobres. Esta depresión no sólo nos afecta a nosotros, sino también a los productos, ya que el 85% de los que salen al mercado no superan su primer año de vida. Los analistas se preguntan el por qué de esta situación, pero la mayoría de las preguntas que realizan a las personas no son garantía de respuesta correcta.
Y aquí es donde se empiezan a preguntar de qué modo siempre una respuesta puede ser totalmente cierta, y la respuesta la encuentran en la neurociencia, que analiza lo que verdaderamente piensa el cerebro. A partir de ello, pueden surgir variantes basadas en la neurociencia, como lo es el neuromárketing, cuyo objetivo es saber con total certeza qué se piensa sobre diferentes publicidades y encontrar cómo influir para obtener lo que la empresa desea.


Los consumidores somos unos indecisos, estamos influidos por nuestras emociones y por la razón siempre que tenemos que tomar una decisión. Pensamos que somos racionales, pero solo lo somos en un 15% de nuestras decisiones y estas decisiones, son mayormente tomadas gracias a las emociones. Entonces, ¿qué nos queda de racional? Desgraciadamente, poco y cada vez menos.
Las emociones no se controlan y a veces nos cuesta expresarlas. Esto es lo que busca una marca, tu emoción. Son la esencia del márketing debido a que son incontrolables. Si la razón dominase en nuestra mente, no compraríamos los chicles o pilas que son expuestos en las cajas de los supermercados; tampoco renovaríamos nuestro armario cada temporada ni desearíamos la mejor gama de la marca más lujosa de coches. Pero es inevitable ser racional, sobretodo cuando no eres nada más que el fruto de una sociedad consumista sin ética ni valores, cuando eres la práctica de la teoría del neuromárketing.

Por lo que respecta a los métodos que se utilizan en esta técnica, se trata de medir las ondas cerebrales mientras se proyecta el spot o las imágenes elegidas. De ese modo se capta cuando sube la atención, la emoción y la memoria, que es lo que más interesa, ya que es muy difícil conseguir tener efecto en ella. Cuando un anuncio impacta, todas las zonas del cerebro se conectan, y es lo que los que prueban la neurociencia sobre el márketing quieren conseguir. Una vez analizado lo que causa efecto en el cerebro, los empresarios lo pueden usar para atraer más consumidores y basar en ello sus políticas de publicidad.

No hay duda de que las emociones son muy importantes. Cuando vas de compras y ves un producto que te gusta, antes de comprar e incluso antes de ver el precio, tu cerebro se activa. Si este acto rutinario ya hace que pienses y excites tu cerebro, el neuromárketing hace mucho más que eso, por eso no se suele poner en duda su fiabilidad.


Los resultados obtenidos después de realizar el neuromárketing, deben ser reflejados en anuncios. Los anuncios deben crear ese sentimiento o emoción que se considera importante, para hacer que el consumidor decida lo que la empresa quiere. Para atraer, se debe crear imagen y movimiento corporal, algo que impacte en nuestra mente.
Un gran estímulo para nuestras mentes, vigente en nosotros desde hace siglos, es la religión. Siempre ha captado nuestra atención y esto sirve de base para las marcas. ¿Qué tiene la religión para que sea capaz de tener miles de fieles a sus pies? La respuesta es que se pasa de boca en boca. La religión no sale en la televisión ni en Internet; la religión se inculca de padre a hijo, y aunque parezca una tontería, está corroborado por el éxito que ha tenido; por lo que las empresas intentarán copiar la implícita estrategia de la religión. Por otra parte, y por raro que parezca, utilizar el sexo para anunciar un producto, no vende.
Las empresas publicistas lo tienen todo más que estudiado.


En definitiva, el neuromárketing puede que sea efectivo a la hora de saber lo que el consumidor quiere, pero sin duda es sinónimo de engaño y de control absoluto no totalmente legitimado y tristemente legal.






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